Aún conciente de que este día llegaría
no puedo evitar sentir los mares
corriendo veloces a mis ojos.
Tanta sal, vértigo y marea,
sin Luna, noche incierta,
deseo de una Muerte siniestra.
Yo lo he provocado, hace tiempo,
ya la había dejado, sonriente,
feliz e implacable. ¡Qué idiota!
Que sea libre en otros brazos,
dichosa sin mis penas, sin mi llanto,
alegre como bien se merece, ¡enhorabuena!
Por fin me he quedado sin ella,
ahora, perdida para siempre,
la extraño de muerte, la extraño en mis venas...
Erik S.G.P.
-26-VIII-'08-
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