jueves, abril 16, 2009

Obedecer, ¿para qué?

Alguna vez un verdadero héroe dijo que cuando la violencia de las instituciones y el Estado rebasan los límites de la ética y las garantías individuales, no queda otro camino que la desobediencia. Sánchez Vázquez dice que cuando uno se enfrenta al poder político, al poder del Estado, ontológicamente violento y coercitivo, la desobediencia sólo puede darse en el plano de lo abstracto, en la fantasía, pues la desobediencia real y concreta sólo puede acarrearle a uno la muerte. Por eso es que llamo héroe a aquel primer hombre griego de quien Oriana Fallaci cayó perdidamente enamorada. Porque llevó su desobediencia al límite del heroísmo, como todos debíamos hacer. Pues no desobedeció por placer, sino porque no quedaba otra alternativa. Vivir obedeciendo era para él lo mismo que estar muerto.

Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre coincidían respecto a la lucha de la libertad, defendiendo a toda costa el principio básico que ordena el sacrificio de la vida misma por la libertad ajena para obtener la propia. Irrevocable mandato humanista. Esto lo comprenden bien los verdaderos héroes. Hombres y mujeres que dan su vida por romper las cadenas, por extirpar la obediencia de las mentes enclaustradas en el miedo.

Para Sánchez Vázquez, se obedece por tres cosas: a) porque hay razones para obedecer, b) porque se está convencido de que hay que obedecer, y c) porque al sujeto no le queda otra alternativa. Para los héroes, la desobediencia siempre será la única alternativa, el único camino para conseguir la libertad propia y ajena. Antes la ajena que la propia. No hay más.

Alexandros Panagulis, encerrado en Egina bajo la falsa promesa de un fusilamiento, juntó a tres soldaditos para aleccionarlos en el tema, discutiendo con ellos las razones por las cuales no importaba que su atentado contra el dictador Papadopoulos hubiese fallado. Decía a sus discípulos:

- Venid aquí todos, papadopoulaki. Discutamos un poco este asunto [...] En el fondo no importa que me haya salido mal, ¿me explico, papadopoulaki? Importa que uno lo haya intentado y que, luego otro, vuelva a intentarlo y lo consiga. Porque cuando caminas por la calle y no te metes con nadie y pasa un fulano y la emprende a bofetadas contigo, ¿qué haces?
- ¡Le devuelvo las bofetadas!
- Bravo. Y si se lía a puntapiés contigo, también sin razón, ¿qué haces?
- También yo me lío a puntapiés.
- Bravo. ¿Y si te prohíbe que expreses lo que piensas, y te mete en la cárcel porque piensas de otro modo, y la ley no te defiende porque ya no es ley, pues suprimir la libertad significa suprimir también la ley, qué haces?
- Yo, bueno, yo...
- Tú te lo cargas. No hay elección. Es una cosa terrible matar, ya lo sé, pero en las tiranías se convierte en un derecho.
(Tomado de "Un Hombre", de Oriana Fallaci, Ed. Noguer, Barcelona, 1984.)

La libertad no se gana ni se vende. Es un derecho. Sustento de verdadera vida. La desobediencia es siempre una obligación.

Erik S.G.P.
-16-IV-'09-

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Coincido totalmente, la vida se sustenta en la libertad, el gobierno se sustentaría porque debiera proteger ésta, sino pierde totalmente su sentido. Básicamente cualquier cosa pierde sentido sin libertad, mejor morir por ella que vivir arrastrando cadenas

Ana Eva Alba Torres dijo...

VIVIR SIN LIBERTAD SIMPLEMENTE ES NO VIVIR ...!!!

Si me buscas me encuentras...