miércoles, abril 29, 2009

Para pagar el pan y la renta...

Me contó una historia en verdad terrorífica. No hallaba modo para expresarle mi empatía pues yo jamás había padecido una situación de esa magnitud. El tipo solía visitarla una vez por semana, paraba el auto con las intermitentes y el motor encendidos, ella subía, estacionaban en algún lugar cercano o entraban a alguno de tantos hoteles sobre Tlalpan. Ella prefería subir al puente peatonal que nadie usa entre Cd. Jardín y La Virgen, pero el tipo prefería el auto o una tersa cama por trescientos pesos hasta la una de la tarde. Se hicieron visitas frecuentes, decía ella, y cada vez llegaba un poco más perfumado de wodka. Además, comenzó a llevar amigos. Esto la incitó a pedir a su compañera de cuarto que la acompañara para dar suficiente batalla e incrementar ganancias en sociedad callejera. Pero pronto estuvieron superadas en número, el tipo ya no daba la vuelta con uno o dos amigos, asistían por lo menos cinco personas más. Un día llegaron todos ebrios. No preguntaron. Bajaron corriendo, las sometieron a golpes y después de violarlas colectivamente al grito de par de maricones e insultos aberrantes, las dejaron tiradas en su esquina sobre Tlalpan, con morados por todo el cuerpo, ensangrentadas. Desde entonces su compañera no sale a la calle y no le permite llevar clientes a casa, y ella, sigue recorriendo la acera, intentando ganarse su esquina, subiendo a taxis, limpiándose con servilletas y rogando que sus antiguos amigos no regresen a buscarla en estado etílico.

Erik S.G.P.
-29-IV-'09-

1 comentario:

ge zeta dijo...

Wow! qué crudo, raro....

Crudo, pero bueno

Si me buscas me encuentras...