jueves, abril 23, 2009

¡No! ¡Claro que no soy misógino!

Un amigo que suele usar términos como 'pompi', 'nalguita', 'tu chiquita', unas reinas', 'pinche vieja', entre otras maneras diversas de referirse masculinamente a la totalidad de población mundial conformada por mujeres, sintióse ofendido al escuchar de mi boca la consideración abierta sobre su explícita y flagrante calidad de misógino. Paróse firmemente frente a mí, cruzóse de brazos, frunció el entrecejo, rascó su masculinísima barba de candado, y con la voz más ronca, cavernal, y despreocupada me dijo: "¡Te equivocas, Erik! ¡Yo no soy misógino! ¡Nunca le he pegado a una mujer!" En ese momento, supe que había solamente dos caminos: arriesgarme a la anti-doctrina inculcándole un poco de perspectiva de género, o fracasar rotundamente dejándolo ir borracho e indignado con ideas doblemente misóginas en la cabezota.

No sé cuáles fueron los resultados a corto, mediano y largo plazo, pues he dejado de verle y supongo que todavía lleva el bigote y el candado como portento orgulloso de una hombría que según él no tiene nada que ver con mandatos de género. Conservo la esperanza de haber sembrado la semilla de la curiosidad en su mente siempre ávida de sabiduría y superación. Pero bien mirado, creo que el fracaso fue rotundo, pues para empezar no pude romperle el paradigma donde la misoginia no empieza ni termina con la violencia física. El momento en que empecé a hablar de distintos tipos de violencia, pasando por la diversidad en las familias, construcciones culturales en rededor de lo que las instituciones con mayúscula y minúscula nos impusieron sobre lo que deben ser hombres y mujeres, su cabeza se inclinó, levantó una ceja, y alcancé a percibir una mirada como de dibujo japonés que no comprende para nada a su interlocutor.

Llevo un año fracasando en mis intentos por evangelizar a mis amigos misóginos hacia la perspectiva de género. Siempre terminan diciéndome que también hay hombres golpeados por sus mujeres, o que si las violaron es porque los provocaron, o que una dama no se comporta así en la mesa pero tiene la obligación de comportarse como una puta en la cama, o que no es cuestión de misoginia sino de pobreza y violencia intrafamiliar, entre otra cantidad interminable de pretextos idiotas para justificar que la violencia, hacia quien sea, en última instancia, es a todas luces perdonable y justificable. Y luego se quejan cuando nuestras amigas feministas radicales dicen que este mundo estaría mejor con bancos infnitos de esperma y nada de hombres. En Cd. Juárez, por mencionar una de tantas ciudades misóginas, me cae que no es para nada mala opción...

Erik S.G.P.
-23-IV-'09-

1 comentario:

Una poeta que llorò hasta romperse... dijo...

como me molestan esos comentarios ¬¬ como para empalarlos en el instante que los dicen...

bancos infinitos de esperma jajaja
si, algunos tienen una idea muy equivocada de "ser misógino" aunque podria decir que también hay mujeres que lo son...

Si me buscas me encuentras...