miércoles, mayo 06, 2009

Entre Miguel Ángel y Taxqueña

Cansado de andar rumbo a casa, habiendo recorrido fácilmente unos cinco kilómetros sobre esa avenida tan familiar a mis pasos, decidí tomarme un respiro y evitar aquella esquina sobre Tlalpan que tantas divagaciones y desvelos me provoca; subí hábil e ingenioso dos escalones de la besita móvil, saqué un par de monedas, las entregué al conductor y esperé el cambio de semáforo a verde brillante. Sólo para cruzar el puente sobre Tlalpan y abstenerme de enfrentar viejos demonios. Con la música puesta en mi cerebro, y el ánimo relajado, permití que mi voz emanara, a veces melódica y a destiempos fuera de tono, abriéndome paso a empellones entre semejantes míos: cansados, estudiantes, trabajadores, sudados, ansiosos, dormidos, abstraídos...

Entonces la ví ahí sentada. Hice como si no la hubiese notado. Me paré junto a ella y seguí cantando, mantuve la mirada lejana, por encima de su hombro, conservándola en mi campo de visión. Escuchó mis notas y pasó rápidamente sus ojos sobre los míos, que inmediatamente dudaron y regresaron a admirar lontananza sobre Tlalpan. No se dió cuenta que mi mano estaba ahí en el metálico pasamanos, y posó la suya sobre la mía, por un instante, ahora dudó ella, el colorado subió a su rostro y colocó su huidiza extremidad sobre su avergonzada tez. Toqué la chicharra, bajé del vehículo veloz y ansioso. Me detuve antes de continuar andando, prendí un cigarrillo, miré sobre mi hombro y ahí estaba, dando vueltas sobre la acera, buscando a alguien, no a mí, con el móvil en el oído. Suspiré y regresé a casa...

Erik S.G.P.
-6-V-'09-

1 comentario:

*Marianita* dijo...

ja, te hubieras ido caminando

Si me buscas me encuentras...