Entras a una habitación vacía
donde los recuerdos no florecen
y la angustia predomina furiosa.
Es momento de recurrir a la fuga
de los pensamientos y los delirios
ahogando el espíritu en agonía.
Es tiempo de hacer espacio
para la creación de imágenes
vivas en la piel y la melancolía.
Es hora de abrir el pecho
y dejarlo fluir en un grito
cargado de sangre e ignominia.
El instante preciso ha llegado
para sacudir el alma de demonios
y acariciar la vida con el deseo de muerte.
Erik S.G.P.
-11-V-'14-
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